Safed-Cafarnaún-Tiberíades- Ayelet-Golán

Restos de la sinagoga de Cafarnaún © Joaquim Pisa

Restos de la sinagoga de Cafarnaún © Joaquim Pisa

Visitamos Safed, un pintoresco pueblo en parte habitado por judíos ultrarreligiosos. Entramos en una pequeña sinagoga sefardita, casi un zaguán de gruesos muros blancos, cuya arquitectura recuerda la de muchas casas de campo españolas de media montaña. Al salir del pueblo vemos a algunos jóvenes recogiendo basuras en un terraplén junto a las casas; el guía nos explica que son voluntarios judíos norteamericanos que limpian el pueblo, pues los ultrarreligiosos residentes en él no hacen ningún trabajo, ni siquiera el de deshacerse de un modo racional de la basura que producen; se limitan a lanzarla fuera de sus casas.

Seguimos ruta hacia el lago Tiberíades, también llamado –con evidente exageración- Mar de Galilea. Paramos brevemente en la loma en la cual Jesús ben Joseph pronunció su famoso Sermón de la Montaña. La ligera brisa y la ausencia de ruidos aumentan la sensación de paz que reina en el lugar. Abajo de la elevación hay una fea iglesia que la Italia mussoliniana edificó en estilo indefinidamente medievalizante, pero incluso ese adefesio parece menos penoso integrado en este entorno sereno y relajante. A. me pide que lea en voz alta las Bienaventuranzas; acepto, y me esfuerzo por imprimir seriedad a mi lectura y transmitir emoción a los que me escuchan. De hecho, será la única vez en todo este viaje en que note cierta pulsión espiritual íntima.

Mosaico paleocristiano en Cafarnaún © Joaquim Pisa

Mosaico paleocristiano en Cafarnaún © Joaquim Pisa

Llegamos a Cafarnaum, la población de la que según los Evangelios procedían Pedro y sus compañeros pescadores. Visitamos la sinagoga, en la que supuestamente predicó Jesús, y los restos de los cimientos de una casa de pescadores del siglo I d.C., a la que un tanto alegremente se ha querido identificar con la casa donde vivió Pedro. Con el sol en lo más alto, cruzamos el lago Tiberíades en barco, una travesía corta y agradable. Desembarcamos en Tiberíades, un pueblo pintoresco con un bello y pequeño puerto. La comida en un restaurante típicamente mediterráneo –paredes encaladas, flores, un patio a cielo abierto-, nos permite probar la especialidad local: el pez de San Pedro, sabroso aunque lleno de pequeñas espinas.

A la caída de la tarde llegamos al kibbutz Ayelet. Nos reciben como en una escena de “Ëxodo”: un coro de uniformados pioneros cantan a coro una bella canción de bienvenida, y nos entregan postales con imágenes de flores y bellas panorámicas del entorno. Todo muy dulce y amistoso, pero quizá un poquito rutinario.

Pila bautismal paleocristiano en Cafarnaún © Joaquim Pisa

Pila bautismal paleocristiano en Cafarnaún © Joaquim Pisa

Nos alojamos en bungalows de estilo levemente colonial, sencillos pero bien acondicionados. Por la noche una mujer de mediana edad y origen argentino nos da una breve charla, muy convencional, sobre el kibbutz y lo que representa el movimiento kibbutzim en la economía y la sociedad israelíes. Cuando termina, nadie pregunta nada. Si la conferenciante se decepcionó ante nuestra falta de interés, lo disimula perfectamente.

Vista del lago Tiberíades © Joaquim Pisa

Vista del lago Tiberíades © Joaquim Pisa

Ya por la mañana, resulta mucho más interesante recorrer las instalaciones agrícolas del kibbutz. Todo está mecanizado y perfectamente regulado, limpio y en orden. Ante nosotros y en apenas unos minutos, un solo muchacho, casi un niño, maneja unos mecanismos y distribuye sin ningún esfuerzo la comida entre las vacas que llenan una gran nave.

Desde Ayelet subimos a los altos del Golán. Rebasamos las antiguas posiciones de los sirios, desde donde antes de 1967 su artillería disparaba a placer contra los campos que rodean el kibbutz; acertarle a un tractordesde aquí debía ser casi un juego de niños. Ahora, los viejos búnkers, quemados y comidos por la vegetación, están abandonados desde hace décadas, y algunos restos de chatarra militar salpican las cunetas; abajo, en Ayelet, la gente del kibbutz va y viene tranquilamente a sus faenas en los campos.

Barca turística en Tiberíades © Joaquim Pisa

Barca turística en Tiberíades © Joaquim Pisa

 

Iglesia en la colina del Sermón de la Montaña © Joaquim Pisa

Iglesia en la colina del Sermón de la Montaña © Joaquim Pisa

Entrada al kibbutz Ayelet © Joaquim Pisa

Entrada al kibbutz Ayelet © Joaquim Pisa

 

Palmeral de Ayelet © Joaquim Pisa

Palmeral de Ayelet © Joaquim Pisa

 

 

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